viernes, 17 de abril de 2009

El amor perfecto

Se despertó pronto, el sol no había salido. Una ojeada a su alrededor le permitió comprobar que no dormía solo, ni en su cama, ni en su casa. Se vistió y se lavó la cara rápidamente. Echó un último vistazo a la chica, aún sumida en sueños, antes de salir de la habitación. Acercó su rostro al de ella conteniendo la respiración, y besó con delicadeza una de sus cejas. Ella se revolvió en la cama y masculló algo con el ceño fruncido. Cuando salió a la calle lloraba a lágrima viva.

La ciudad aún dormía, sólo el trinar de los pájaros y el murmullo de algún coche perturbaban la calma de la todavía oscura mañana. Se sentó en la parada del autobús. Lloró amargamente con la cabeza entre las rodillas. El frío de aquella hora se le metió bajo la ropa y le hizo tiritar. Lió un cigarrillo con manos temblorosas y lo encendió. Al exhalar la primera bocanada de humo, percibió de reojo una pintada en la marquesina de la parada: "La perfección del amor es morir por amor".

Sonrió. Y en esto, llegó el autobús.

Fotografía extraída de alexanderpractice.co.uk

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