La ciudad aún dormía, sólo el trinar de los pájaros y el murmullo de algún coche perturbaban la calma de la todavía oscura mañana. Se sentó en la parada del autobús. Lloró amargamente con la cabeza entre las rodillas. El frío de aquella hora se le metió bajo la ropa y le hizo tiritar. Lió un cigarrillo con manos temblorosas y lo encendió. Al exhalar la primera bocanada de humo, percibió de reojo una pintada en la marquesina de la parada: "La perfección del amor es morir por amor".
Sonrió. Y en esto, llegó el autobús.
Fotografía extraída de alexanderpractice.co.uk
Sonrió. Y en esto, llegó el autobús.
Fotografía extraída de alexanderpractice.co.uk
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