lunes, 1 de junio de 2009

Post por encargo I

Desde hacía algunos meses, me había despertado por las mañanas experimentando una sensación extrañamente placentera: un cosquilleo revoloteaba en mi bajo vientre, y al abrir los ojos descubría una erección implacable bajo el pijama, que tenía que esconder por vergüenza de los ojos de la chica que me cuidaba y llevaba al colegio. Al principio eran días intermitentes, pero en poco tiempo, la regularidad fue absoluta. No sabía muy bien qué hacer con aquello. Me tumbaba boca abajo, pero aquella solución se tornaba estéril cuando comprobaba que, a veces incluso, no servía sino para aumentar la excitación.


Tendría doce o trece años, a lo sumo. Podrían ser las cinco de la tarde de un domingo, y estaba solo en casa. Cambié de canal de pie ante la tele, ya que a principios de los 90 el mando a distancia era poco menos que una leyenda. En un canal, no recuerdo cuál, imagino que la 2, ponían la película El Lago Azul. Y ahí empezó todo.



No recuerdo cómo sucedió con exactitud, pero me enamoré profundamente de la protagnista de aquella película, que era una niña de mi edad que se llamaba Emmeline. Me imaginaba que la tenía delante, que jugaba conmigo en lugr de con el otro protagonista de la película.Nos zambullíamos juntos en las aguas azules que aparecían en el film, la llamaba por su nombre y pensaba en ella cada vez que me masturbaba. Tampoco recuerdo cómo terminó lo nuestro, pero intuyo que fue porque me fijé en otra, u otras.


Porque hubo más: me enamoré de Heidi, aunque no lo he reconocido hasta ahora; de Sophie, la sobrina del inspector Gadget; años más tarde de Pepper Ann, en su cole no hay rival; cuando pensaba que lo había superado, apareció en mi vida Spinelli, con sus botas y su gorro... Un día, un amigo me pregntó en el recreo:


- ¿Y a ti qué chica te gusta de clase?
- Yo estoy profundamente enamorado de Pepper Ann -dije entornando los ojos y mirando al infinito. El muchacho no se sorprendió lo más mínimo, pero negó con la cabeza.
- Ya, pero eso no vale. A mí me mola Vilma, pero digo de la clase -yo, a diferencia de él, me escandalicé.
- ¿Wilma? ¿Te gusta Wilma? ¡Si es una señora!
- No, la de los Picapiedra no. Digo Vilma, la de Scooby Doo.

Años más tarde me enteré de que aquel compañero de colegio ahora se ha dejado bigote, es reparador de máquinas de CocaCola, y tiene una Yorkshire cuyo nombre podréis intuir.

Woody Allen dijo que masturbarse es la manera de hacer el amor con la persona que más te apetece. Persona o dibujo animado, añadiría yo. Porque después, de mayor, arrastras el canon por el que se ha regido tu infancia -me salto la adolescenca porque no me dio tiempo a hacer otra cosa que eso mismo: adolecer-, y si ese perfil se basa en dibujos animados, en mi caso personal se tradujo en chicas delgadas, pequeñas, con maneras de chico, pelo corto, con gafas, que me sacaran sonrisas o carcajadas sin mi consentimiento. Por eso hoy en día no coincido en gustos con casi nngún amigo. Porque ellos se empezaron a masturbar con las revistas porno de sus padres.

Reproducción del cartel original de la película El Lago Azul.

3 comentarios:

Bego Paredes dijo...

muy chulo!!!a quien no le haya excitado minimamente esa primera experiencia inocente del lago azul miente como un bellac@!
y el sorteo del vómitos gratis y colas infinitas mientras me aturullo de vertigo en la casa de campo, pa cndo el madrid gane la liga o q?

Tristán dijo...

la suerte está echada...

NuKo dijo...

Que bueno. Tengo que confesar mi adoración pueríl e inberbe a esa gran película en la que ningún niño parpadeaba cada vez que aparecia Brook Shield en pantalla.

Todos hemos soñado en perdernos en una isla y vivir tus primeras experiencias de un modo tan salvaje y romántico a partes iguales

Definitívamente EL LAGO AZUL marcó en mi conciencia