jueves, 24 de febrero de 2011

Muchacha en la ventana

1

- Lo has vuelto a hacer.
- ¿El qué?
- Ponerme nerviosa -dijo Eva, y sonrió. Él también lo hizo.
- No te pongas nerviosa, nos conocemos desde hace años, pequeña -la abrazó por la cintura y la atrajo hacia sí. Ella se deslizó sobre las sábanas sin apenas resistencia, y su espalda fue a apoyarse sobre el pecho de Marcos.
- No puedo evitarlo. Cuando me miras, así, tan fijamente a los ojos, pareces querer decirme algo, y no sé qué es exactamente... Bueno, algo sé, pero no estoy segura, y me pongo nerviosa. Me pones -él la besó-... nerviosa.
- ¿Y no sabes lo que te quiero decir? ¿Estás segura?
- No... O sí, no lo sé, pero me da miedo.
Marcos se incorporó sobre un almohadón y encendió un cigarrillo. Eva le dedicó una mirada de desaprobación, pero no dijo nada.
- Pues quiero decirte muchas cosas...

2

- ¡Hoy es el día más feliz de mi vida!
- ¡Sí!
Los dos rieron a carcajadas mientras el coche callejeaba por la ciudad. La música estaba a todo volumen dentro del coche, y aunque las ventanillas estaban subidas, los peatones miraban con curiosidad mientras avanzaban a trompicones debido al atasco. Marta bajó el volumen.
- Me encanta verte tan contento. De verdad, te cambia la cara. No quiero verte triste nunca más.
Él continuó conduciendo sin mirarla, hasta que dijo:
- ¿Vas a hacer muchas fotos a que sí?
- Todas las que pueda. Soy fotógrafa profesional, ¿recuerdas? -se inclinó para depositar un suave beso en la mejilla de Rubén, provocando su sonrisa.
- Es el día más importante de mi vida. Y me alegro de compartirlo contigo. Eres la... persona ideal para ello, me encanta que formes parte de mi vida. Te quiero mucho, Marta.
- Yo también te quiero, moreno.
- Sácame guapo.
- Tú eres guapo.
Rubén se giró y lanzó un beso al aire. Marta lo atrapó con las manos y se lo puso en el corazón.

3

- Quiero decirte que... eres la tía con la que más a gusto estoy.
Eva lo miró. Parecía haber terminado la frase.
- ¿Y...?
- Y cuando estoy contigo, no sé, se me pasa el tiempo volando -Marcos permaneció varios segundos en silencio.
- ¿Y qué más....?
- Y... me paso las horas en el trabajo pensando en ti...
- Marcos, por favor, o me lo dices o no me lo dices, pero no empieces así porque esto parece un interrogatorio.
Marcos la miró, dejó el cigarrillo en el alféizar de la ventana y se giró hacia ella.
- Y no sé qué me pasa, pero cuando miro el teléfono y hay un mensaje tuyo me tiemblan las rodillas, y notó una cosa en el estómago que se parece mucho a un orgasmo. A veces pienso cómo una tía como tú puede ver algo en alguien como yo... No sé qué es esto... A veces me da vergüenza mirarte a la cara de lo guapa que eres -la cogió de las manos-, y no sé explicarme bien, sé que no se me dan bien estas cosas de hablar y... decir lo que pienso. Pero huelo tu olor en todas partes, ninguna otra tía parece estar a tu altura, es algo raro, nunca antes me había pasado.
- No le dé más vueltas. Está usted enamorado -dijo Eva engolando la voz.
- En serio -los ojos de Marcos se tornaron tristes-, hazme caso, por favor.
Ella lo miró con dulzura, puso sus manos sobre las mejillas de él y lo besó en los labios lentamente.

4

- ¿Esa chaqueta es nueva?
- ¿Ésta? Qué va, me la compré cuando estuvimos en Berlín -respondió ella, desabrochándose un botón de forma sugerente
- ¿Y nunca te la había visto?
- Me la pongo sólo en ocasiones especiales.
- Claro... Oye y... crees que saldrá todo bien, ¿verdad?
- ¡Por supuesto que sí! ¡Rubén, cielo, arriba ese ánimo!
- Ay, es que... Ahora no sé si estoy haciendo bien. Yo quiero, pero no sé si voy a ser capaz. Sabes que me bloqueo en estas situaciones. Sabes que es mucha presión, son ya muchos años, tú me conoces, Marta, deberías saberlo. Me entra la tartamudez, empiezo a sudar, sabes que no puedo.
- Pero cariño, ¿no decíamos hace un momento que este era el día más f...?
- ¡Sí, pero eso era hace un momento! ¡Ahora no es el día más feliz de mi vida ni por asomo! ¡No tengo fuerzas para hacerlo! -suspiró entre llantos- Además, contigo haciendo fotos... Creo... Sí, voy a dar la vuelta.
- Para el coche.
- ¿Qué...?
- Que pares te digo.
La mano de Marta desvió el volante, y Rubén tuvo que frenar para no chocar con otro coche aparcado. Al final quedaron en una especie de doble fila diagonal que entorpecería el tráfico en cuanto se abriese el semáforo que acababan de pasar.
- ¿Estás loca?
- Rubén, lo hemos hablado un montón de veces. Mírame... ¡Mírame! Eso es. Respira. Rubén, todo va a salir bien, ¿vale? Lo hemos repasado. Lo hemos ensayado. Nos hemos estudiado hasta las palabras que tienes que decir. ¿Te acuerdas de las Seis Palabras?
- Sí -dijo él entre sollozos.
- Repítelas conmigo...

5

Después del interminable beso, Eva se incorporó y cogió el cigarrillo. Dio una profunda calada.
- Luego me echas la bronca por fumar a mí -dijo él con una sonrisa. Ella se levantó malhumorada de la cama y arrojó la colilla por la ventana.
- Nosotros nunca fumamos en la habitación.
- Ya lo sé. Perdón.
Eva se levantó de la cama y empezó a vestirse.
- ¿Adónde vas?
- Se acaba de parar la lavadora.
Marcos saltó de la cama y aún tardó varios minutos en encontrar sus calzoncillos. Se puso la camiseta al revés y salió de la habitación tras ella. Estaba en la cocina, tendiendo la ropa con movimientos bruscos, visiblemente molesta. Una profunda sensación de ternura se apoderó de él. Quiso abrazarla, besarla, tocarla, hacerle el amor de nuevo. Todos y cada uno de los días de su vida.
- Eva, yo...
Ella se dio la vuelta y tiró contra el suelo unos calzoncillos.
- No lo digas -sus ojos estaban desorbitados-. Cállate. No te enamores de mí. Ese ha sido el trato siempre, no lo vayas a joder ahora, Marcos, por favor -él se aproximó.
- Eva...
- No lo digas.
- Te quiero.
Ambos se fundieron en un haz de besos, y comenzaron a hacer el amor sobre la ventana.

6

- ¡Un sitio!
- Ahí no cabe, tesoro.
- Sí que cabe. ¡Claro que cabe! -ahora Rubén estaba preso de la emoción- Además, tenemos que llegar cuanto antes -se giró hacia ella, la abrazó fuertemente y la besó en la boca.
- ¡Estás loco, Rubén! Estás completamente loco.
- Loco de amor, baby. ¡Completamente loco de amor!
Después de numerosas maniobras, Marta tomó el volante y consiguió aparcar el coche tras romper el intermitente trasero. A Rubén le daba igual, estaba eufórico. Tiraba de la mano de ella, casi arrastrándola entre la gente. Después de varios slaloms y llegaron ante el portal de un edificio de casas bajas. Recuperaron el aliento unos instantes. Rubén fue a tocar el timbre, pero un punzante miedo agarrotó su dedo índice y se volvió hacia Marta.
- Ay, Marta... Ay...
- Otra vez no... A ver... Las Seis Palabritas...
- Ejem... Eva, te quiero. ¿Quieres casarte conmigo?
- Eso es, otra vez...
- Eva, te quiero. ¿Quieres casarte conmigo?
- Muy bien, hermanito, otra vez.
- Eva, te quiero. ¡¿Quieres casarte conmigo?!
- Eso es pequeño, ¡más fuerte!
Rubén comenzó a sonreír mientras repetía aquel mantra ante el portal y empezó a danzar. Levantó los brazos, dio unos pasos hacia atrás y gritó con todas sus fuerzas, en dirección a la ventana del piso su novia...

Reproducción del cuadro Muchacha en la ventana, de Salvador Dalí.

2 comentarios:

Shigella dijo...

Uff!! Me has tenido enganchada hasta el final... Uau!!! Me ha encantado leerte.

Un beso

Tristán dijo...

Gracias!!

Un beso para ti también